top of page

Frutos del Espíritu



“Luego Jesús les contó la siguiente historia: «Un hombre plantó una higuera en su jardín, y regresó varias veces para ver si había dado algún fruto, pero siempre quedaba decepcionado. Finalmente le dijo al jardinero: “Llevo tres años esperando, ¡y no ha producido ni un solo higo! Córtala, solo ocupa espacio en mi jardín”. »El jardinero respondió: “Señor, dale otra oportunidad. Déjala un año más, y le daré un cuidado especial y mucho fertilizante”.

Lucas 13:6-8 NTV


En este devocional, queremos invitarte a ver nuestras vidas como esa higuera. Quizás, hasta ahora, has estado en una temporada de espera donde sientes a Dios lejos y que todo lo que haces no está dando el fruto que esperabas. Todos pasamos por eso y no está mal; son temporadas necesarias para crecer, aprender y para que nuestra fe se fortalezca.


En medio de una generación tan automatizada donde todo es inmediato, debemos saber que permanecer y esperar es solo para valientes. Queremos que sepas que, en este año, el Señor te está dando una nueva oportunidad, entregándote un cuidado especial, equipándote y nutriéndote con todo lo necesario para dar fruto.


Cuando nos enfocamos en las circunstancias de nuestro alrededor, será muy fácil caer en el desánimo, la frustración y la comparación. Por eso, es clave que identifiquemos el propósito detrás de cada proceso y temporada en nuestras vidas.


Las situaciones difíciles son para que el carácter de Cristo se forme en nosotros, a través de cultivar los frutos del Espíritu.

La consecuencia de ser llenos del Espíritu es una vida de frutos. Cada experiencia que tenemos con el Espíritu Santo es Dios poniendo una semilla en nosotros; la cual, a través de procesos y a Su tiempo, dará fruto.


El fruto no se da por algo forzado, es orgánico, por eso es del Espíritu. No lo podemos obtener con nuestras fuerzas o capacidades, solo a través de la asistencia poderosa del Espíritu.


Cuando somos controlados y guiados por el Espíritu Santo, nuestras emociones son dominadas por Él, trayendo estabilidad emocional a nuestra vida.

“Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu”.

2 Corintios 3:18 NVI


El apóstol Pablo nos enumera los frutos: “Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio” (Gálatas 5:22-23). Al estudiar estos versículos, descubriremos estas nueve fortalezas positivas que Dios provee a Sus hijos con el fin de capacitarlos en favor de vencer sus debilidades.


 

¿Cuáles son los frutos?


“16 Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa. 17 Porque esta desea lo que es contrario al Espíritu, y el Espíritu desea lo que es contrario a ella. Los dos se oponen entre sí, de modo que ustedes no pueden hacer lo que quieren. 18 Pero, si los guía el Espíritu, no están bajo la ley. 19 Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; 20 idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos 21 y envidia; borracheras, orgías, y otras cosas parecidas. Les advierto ahora, como antes lo hice, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.

22 En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, 23 humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas. 24 Los que son de Cristo Jesús han crucificado la naturaleza pecaminosa, con sus pasiones y deseos. 25 Si el Espíritu nos da vida, andemos guiados por el Espíritu. 26 No dejemos que la vanidad nos lleve a irritarnos y a envidiarnos unos a otros”.

Gálatas 5:16-26, NVI


Estas nueve características representan cómo Dios quiere que sea cada uno de Sus hijos. No se logra como resultado del esfuerzo personal, sino que es el resultado sobrenatural del control del Espíritu Santo en cada área de nuestra vida.


1. AMOR:

Este amor no es algo que provenga de los sentimientos, este amor busca el bien de todos y lo expresa tanto a Dios como a los demás (Mr. 12:30-31). Es un amor que hace que el hombre anhele más y tenga un mayor interés en el Reino de Dios que en el reino material; ya el hombre por naturaleza es una criatura codiciosa.

  • Alguien que dice estar lleno del Espíritu o ser controlado por Él pero que no se mueve por el sufrimiento de los demás se está engañando a sí mismo. El amor de Dios derramado en nosotros es para beneficio de los que están a nuestro alrededor.

2. GOZO:

No es un gozo emocional como el que acepta el mundo, sino que es el resultado de toda la gracia de Dios derramada en nuestra vida. No depende de las circunstancias.

  • Gozo y regocijo no son el resultado de un esfuerzo propio, sino que son la obra del Espíritu Santo que nos lleva a estar alegres, aunque nuestro escenario sea la prisión (Fil. 4:4).

3. PAZ:

Esta paz se recibe por el Espíritu en dos aspectos: “la paz con Dios” y “la paz de Dios”. La que Él nos deja es “la paz con Dios”, mientras que la que nos da es “la paz de Dios” (Juan 14:27: “mi paz os dejo, mi paz os doy...”).

  • Paz con Dios: La paz con Dios es el resultado de la salvación por la fe. Por medio de Jesucristo, nuestros pecados son limpiados y borrados para estar en completa paz con Dios.

  • Paz de Dios: Es la que hace posible que uno no se turbe al afrontar circunstancias difíciles.

El simple hecho de ser cristianos no nos evita las situaciones difíciles de la vida, pero la Presencia del Espíritu Santo puede darnos uno de los más grandes tesoros de la vida: “La completa paz de Dios”, la paz de que es Dios el que tiene la última palabra.


4. PACIENCIA:

Es la capacidad de soportar daños o de sufrir reproches o aflicciones sin responder de igual manera. Una persona paciente es la que puede hacer las tareas humildes, oscuras y difíciles con gentileza como el Señor; sin quejarse o sentir resentimiento.

Permanecer, esperar y perseverar haciendo el bien, es tener la actitud correcta mientras espero la respuesta de Dios.


5. BENIGNIDAD:

Actos bondadosos, atentos, educados, gentiles, considerados y llenos de comprensión que surgen de un corazón muy tierno. Es el resultado de la compasión del Espíritu Santo hacia una humanidad perdida y agonizante.


Benevolencia en la acción, dulzura de disposición, gentileza en el trato con otros. La Palabra describe la habilidad de actuar para el bienestar de quienes abusan de su paciencia. El Espíritu Santo borra la agresividad de carácter de quien está bajo Su control.


6. BONDAD:

Se trata de la benevolencia en el más puro de los sentidos. Incluye la hospitalidad y todos los actos de bondad que surjan de un corazón desprendido y más interesado en dar que en recibir.

Buen deseo, ser bueno y hacer el bien.


7. FIDELIDAD (FE):

Total abandono a Dios en una total dependencia de Él. La fe es el contraste del temor y el mejor antídoto cuando hay ansiedad, preocupaciones o pesimismo. Una persona que tenga la fe inspirada por el Espíritu será fiel y fiable.


Una firme convicción que produce un pleno reconocimiento de la revelación o verdad de Dios (He. 11:1).


*La Biblia nos muestra dos fuentes de fe: la Palabra (Ro. 10:17) y el Espíritu (como fruto, Gá. 5). Si alguien tiene tendencia a las dudas, indecisiones, temor, etc., puede mirar el control que tiene el Espíritu Santo para que Él le dé un corazón de fe que disipe toda emoción contraria a este fruto.


8. MANSEDUMBRE:

Este fruto hace que cuando el Espíritu invade una persona, esta se vuelva humilde, gentil, sumisa y fácil de tratar. Jesús es nuestro mejor ejemplo de mansedumbre. A pesar de los agravios que le hicieron, no devolvió con la misma moneda.


No es algo natural, sino que solo la residencia sobrenatural del Espíritu Santo de Dios en una persona puede hacer que cualquiera de nosotros reaccione con mansedumbre ante la persecución física y emocional, ya que nuestra tendencia es afirmarnos a nosotros mismos (orgullo, independencia).


Corazón humilde, no lucha contra Dios, ni se enfrenta ni contiende con sus autoridades. Está relacionado con el dominio propio y la templanza.


9. TEMPLANZA/ DOMINIO PROPIO:

También puede llamarse autodisciplina o calma. La templanza o dominio propio combate con los problemas emocionales como la ira, cólera, temor y celos, y hace que se eviten excesos emocionales de todo tipo.


Este fruto trae como consecuencia que la persona llena y guiada por el Espíritu sea consecuente, fiable y bien ordenada.


ACCIÓN PRÁCTICA: Luego de leer la lista de los frutos del Espíritu, identifica cuáles de estos son más evidentes que tu vida (los que ya tienes), y cuáles son los que debes trabajar (los que te faltan).


 

¿Personalidad o carácter?


“...el querer el bien lo tengo a mi alcance, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso es lo que pongo por obra. Y si lo que no quiero, eso es lo que hago, ya no lo obro yo, si no el pecado que mora en mí” (Romanos 7:18-20).


Pablo diferenció entre sí mismo y aquella fuerza incontrolable en su interior diciendo: “ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí’’. El “yo’’ era la persona de Pablo, el alma, la voluntad y la mente del hombre. El “pecado’’ que moraba en él era la naturaleza humana que él tenía, como todos los seres humanos tenemos.


Para comprender su control sobre nuestras acciones y reacciones, debemos distinguir entre carácter y personalidad:

  • PERSONALIDAD: Esta se forma con base en nuestras experiencias y contextos, es decir, está influenciada por el lugar en el que vivimos, nuestra crianza, escuelas, época cultural, formación de nuestra familia, etc. Por ende, no tenemos control sobre esta; es algo que se forma de manera inconsciente en la mayoría de los casos.


  • CARÁCTER: Es lo que nosotros decidimos ser y somos basándonos en nuestras creencias y valores personales. En nuestro caso, como hijos e hijas de Dios, estamos llamados a formar el carácter de Cristo en nosotros, y no a vivir conforme a lo que queremos o a la cultura que nos rodea, sino con base en principios bíblicos, siguiendo el modelo de nuestro mayor referente y maestro: Jesús.

En nuestra personalidad, podemos encontrar diferentes debilidades como la inconstancia, falta de compromiso, tendencia a mentir, autoritarismo, falta de empatía, indiferencia, autosuficiencia, orgullo, entre otras. Pero para cada una de las de las debilidades que logres identificar en ti, hay verdades y valores de la palabra de Dios que pueden transformar tu vida para que día a día seas más parecido a Jesús.


Debilidad + Fortaleza de Dios (dependencia del E.S.) = Frutos del Espíritu (carácter).


La transformación y el dar fruto no solo depende de que nosotros estemos dispuestos a ser trabajados sino también de cuánto lugar le demos al Espíritu Santo en nuestras vidas.

Cada situación en donde nuestras debilidades son puestas a prueba, una y otra vez son oportunidades del Espíritu Santo para forjar nuestro carácter y sacar a luz Sus frutos en nuestra debilidad.


ACCIÓN PRÁCTICA: Pídele al Espíritu Santo que te muestre las debilidades en tu carácter y también el fruto que ha estado desarrollando.


Oración: Espíritu Santo, gracias por ser mi amigo. Ayúdame en mi debilidad, que ya no sea yo, sino seas Tú en mi manifestando Tus frutos en cada área de mi vida. En el nombre de Jesús, Amén.


2063 visualizaciones7 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Visión

bottom of page